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Reviews/Reseñas:

Violeta Luna
REQUIEM PARA UNA TIERRA PERDIDA / Requiem for a Lost Land

CONCEPTO
REQUIEM es una intervención performativa a manera de ritual, para recordar las muertes cometidas en la llamada "guerra contra el narcotráfico" implementada desde el gobierno central en México.

El presidente Calderón toma el poder en el marco de grandes controversias y después de un proceso electoral plagado de profundas irregularidades. En una serie de gestos diseñados para legitimizarse, por un lado, a través de la construcción de una imagen de “líder de mano dura”, y por otro, para alinearse con los Estados Unidos y su modelo de “lucha contra el terrorismo”, Calderón se sube al tren de “la seguridad nacional” creando su propia campaña de “lucha contra el crimen” la que incluye, entre otras cosas, la masiva militarización del territorio nacional.

Inmediatamente apoyado por los Estados Unidos beligerantes de la administración Bush, con quienes escribe una muy diferente página de colaboración entre dos naciones con una historia de muchos menos encuentros que desencuentros, Calderón diseña una estrategia que une las narrativas de “derecho por la fuerza” (y no “la fuerza del derecho”) de las dos naciones, donde el fín decididamente justifica los medios. El fruto de esta asociación es el “Plan Mérida” (copia preocupante del “Plan Colombia” que arrasó con los derechos humanos de millones de colombianos) que da marco a una guerra descrita por el poeta Eduardo Hurtado en fuertes y elocuentes palabras:

“ ...iniciada esa guerra decidida sin el consenso de los mexicanos y diseñada sobre las rodillas arroja un saldo negativo y trágico: 40,000 muertos, decenas de ciudades sometidas al terror cotidiano, una creciente militarización de las calles, el aumento y la creciente interacción de los giros criminales (el secuestro y la tortura, la venta de protección, la trata de mujeres, niños y migrantes), el asesinato común disfrazado de vendetta y de ajustes de cuentas entre delincuentes, el lavado de dinero, la imparable cooptación de personas desempleadas y sin oportunidades de estudio por parte de las bandas y los cárteles, la quiebra del código no escrito que comprometía a narcos y sicarios a no tocar al ciudadano común, y un larguísimo etcétera. Todo en medio de la impunidad generalizada que hoy tiene a la inmensa mayoría de los mexicanos hundidos en un profundo sentimiento de impotencia y disgusto”…

La generalización indiscriminada de la violencia beneficia también a los medios corporativos, que encuentran en la constante letanía de asesinatos y enfrentamientos una oportunidad para empaquetar y venderle a la población el miedo y la pornográfica imagen diaria del muerto y el mutilado. La violencia continuada por la difusión de estas fuertísimas imágenes oculta la superficialidad con la que los medios abordan el tema del narcotráfico, donde el periodismo de investigación aparece como una de sus claras víctimas. Solo se habla de muertos, acribillados, o degollados, en una especie de abstracción del horror que no solo deja de lado la realidad de historias personales desde las que se puede entender la realidad social, sino que también deja fuera de contexto una conversación que debiera cuestionar más profundamente el mismo gobierno, no solo de México, sino también de Estados Unidos. Este último porque tiene responsabilidad tanto por la demanda de droga, como por el tráfico de armas que utiliza el crimen organizado, las cuáles en su mayoría provienen del país del norte, y el de México, por que ha creado una guerra entre su propio pueblo, transformando las calles de sus ciudades en campos de batalla donde las imágenes de los operativos se asemejan a las provenientes de la guerra de Irak, el gran conflicto sin sentido de nuestro tiempo…


Concept
REQUIEM is a performative intervention by way of ritual, to remember the killings committed in the "war on drugs" initiative from the central government in Mexico.

President Calderón took office under a dark cloud of controversy and after an election process riddled with irregularities. In a series of gestures designed to, on the one hand, legitimize his power through the construction of a hard-liner image, and on the other, to align his policies with those of the United States and its model of "war on terror" Calderon jumped into the bandwaggon of "national security" by creating his own “tough on crime” campaign which included, among other things, the massive militarization of the country.

Immediately supported by the aggressive foreign policies of the Bush administration in the U.S., with whom he wrote a very different page of cooperation between two nations with a longer history of disagreements than agreements, Calderón designed a strategy that united the narratives of "the law of the strong" (and not "the strength of the law”) of the two nations, where the end justifies the means. The fruit of this partnership is the "Plan Mérida " (a rather worrying copy of the "Plan Colombia" that trampled on the human rights of millions of Colombians) that provides the framework for a war the poet Eduardo Hurtado, in his strong and eloquent words describes "... started this war of choice without the consent of the Mexican people and designed on his knees, resulting on a negative and tragic balance: 40,000 dead, tens of cities under daily terror, a growing militarization of the streets, increasing interaction of crime (kidnapping and torture, protection rackets, trafficking of women, children and migrants), ordinary murder disguised as vendetta, the settling of scores among criminals, money laundering, the unstoppable co-optation of the unemployed and without opportunities to access education by the gangs and cartels, the breaking of the unwritten code that bounded drug traffickers and gunmen not to touch ordinary citizens, and a litany of others. All amid the widespread impunity that today has the vast majority of Mexicans stranded in a deep sense of helplessness and disgust "...

The widespread of indiscriminate violence also benefits the corporate media, which find in this constant litany of killings and clashes an opportunity to package and sell to the public fear and theh daily narco porn of the murdered and the mutilated. Violence perpetuated by the spread of these extremely strong images hides the superficiality with which the media deals with the issue of drug trafficking, where investigative journalism is listed as one of its clear victims. It talks about the dead, shot or beheaded, in a kind of abstraction of horror that not only disregards the reality of personal stories from which one can understand the social reality, but also leaves out of context a conversation that should question more deeply the government itself, not only of Mexico but also of the U.S.. The latter because it holds responsibility for both drug demand, and for the arms used by organized crime which mostly come from its territory, and the first because has created a war among its own people, transforming the streets of its cities into battlefields where images of the operations are similar to those from the war in Iraq, the great absurd conflict





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